Cuando vender tu empresa no es el fin del mundo

Cuando vender tu empresa no es el fin del mundo

Cuando vender tu empresa no es el fin del mundo

Cuando vender tu empresa no es el fin del mundo

Cuando vender tu empresa no es el fin del mundo

Hace años que el discurso del emprendimiento se ha instalado en nuestra sociedad, sobre todo por boca de los políticos que lo venden como la fórmula mágica y la solución a todos los problemas.

Que si emprender es apasionante, que si es la mejor opción, que si verás cumplidos tus sueños… Todo eso es cierto, qué duda cabe, pero lo que rara vez se cuenta es lo tremendamente complicado que resulta sacar adelante un proyecto propio. Y que, a menudo, ese camino puede convertirse en un sinfín de tensiones, de noches sin dormir y de preocupaciones por la falta de viabilidad de una empresa en la que has depositado casi tu vida entera.

Y eso es precisamente lo que le ha pasado a David Bonilla, un emprendedor español que, tras casi cuatro años de carrera empresarial, tuvo que asumir que su proyecto no se convertía en lo que él quería y que el nerviosismo empezaba a llamar a la puerta de casa. Todo ello dentro de una historia que, pese a todo, ha tenido un final que puede considerarse incluso feliz.

2012: el comienzo de todo
La historia arranca en 2012, cuando David ‘recluta’ a su amigo Jero López. Ambos comienzan a darle forma a un proyecto que, consideran, puede tener un alto impacto dentro de la industria de los videojuegos. Tras bastante tiempo de dedicación parcial, y una vez incluida en el equipo Candela, la mujer de David, en noviembre de 2013 nace de manera consolidada Otogami, un portal en el que los usuarios pueden comparar los distintos precios que tiene un videojuego para, después, comprar el que tenga una mejor oferta.

El equipo optó por otra opción: pedir un préstamo público. El movimiento era muy arriesgado, pero no había otra opción

  • Primer problema: no hay casi beneficios
  • Segundo problema: el préstamo «de la muerte»
  • Tercer problema: el dinero empieza a acabarse
  • Cuatro problema: el desánimo
  • Quinto problema: el modelo no escalable

Diciembre de 2015: ¿Y si vendemos?
Aunque una compañía no obtenga los resultados que quiere, hay muchos otros factores que pueden indicar su buena marcha: su capacidad de gestión, el potencial de su tecnología, el talento del equipo humano… Por eso, con cierta frecuencia una ‘startup’ que no crece lo suficiente despierta el interés de alguna otra empresa que quiera hacerse con alguno de sus otros ‘valores añadidos’.

Noticia completa en el siguiente enlace.

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